La nueva dolencia de Guti compromete seriamente los esquemas de Pellegrini y las aspiraciones ligueras del Real Madrid, que, ante el ocaso de Kaká y la ausencia de alternativas serias en el medio campo, se aferra al '14' como la vía más sincera para ganar el pulso con el Barcelona.
Con el Getafe en chiqueros, el Atlético de Madrid en los corrales y el Barcelona, el del gran Messi, en el horizonte, Pellegrini vuelve a perder a una de sus piezas fundamentales en otro de los considerados momentos clave de la temporada.
Ahora el mal se llama contractura en el cuádriceps de la pierna izquierda. El parte médico del club no sólo pone en duda la presencia de Guti en el Alfonso Pérez, sino que revela los síntomas traumáticos que padecen los músculos del '14', cuyo cuerpo parece languidecer sin remisión justo cuando más mimos recibe de forma unánime desde el club, la afición y el entorno.
La temporada que nacía al amparo de la inversión millonaria no hacía prever que Guti fuera un jugador relevante para el nuevo Real Madrid. Nada más ajeno a la realidad. Las circunstancias se han revelado contumaces contra el talonario, y en un contexto negativo -agraviado por la depresión de Kaká- las esencias futbolísticas de Guti se han convertido en una necesidad irrenunciable para la única aspiración capaz de contener los hoy temblorosos pilares del proyecto Florentino. Ganar la Liga es el objetivo, y para conquistarla el regalo de su fútbol parece innegociable.
Por desgracia para este juego, pero sobre todo para el madridismo, la eterna juventud de Guti empieza a dar serios síntomas de caducidad, y sus continúas lesiones no hacen sino avanzarnos un ocaso deportivo obligado por defunción física, que no futbolística.
Los problemas afloraron ya al inicio de la temporada. El 13 de octubre sufría un esguince leve en el ligamento lateral interno del tobillo izquierdo; se perdió 1 partido de Liga y otro de Champions.
Su reaparición coincide con el alcorconazo. Guti es señalado con el dedo acusador por la primera gran decepción de la temporada y se pierde la vuelta de la Copa, 2 partidos de Liga y uno más en Europa. Estamos ante una lesión psicológica que también pesa lo suyo.
La segunda lesión apareció apenas un mes más tarde: 19 de noviembre de 2009. Contusión con hematoma en el músculo cuádriceps izquierdo. Esta vez era algo más que una advertencia: Guti será baja durante dos meses, en los que se pierde 6 partidos de Liga y dos de Champions.
Tras un largo proceso de recuperación el futbolista se reincorpora al primer equipo el 17 de enero del nuevo año, pero no transcurren ni dos semanas hasta que su cuerpo vuelve a lanzar otra alerta: el 5 de febrero se queja de unas molestias en el abdomen que no le impiden jugar, pero una semana después, el 12 de febrero, su tobillo derecho se resiente. El diagnóstico, esguince leve en el ligamento lateral externo que le impide viajar a Jerez.
En este momento el físico de Guti parece entrar en convulsión permanente, y el 14 de febrero se le diagnóstica una pubalgia con elongación del músculo oblicuo del abdomen. Las consecuencias, a la larga, fueron apocalípticas: Guti se perdió el trascendental duelo ante el Olympique en Lyon, donde Pellegrini, en ausencia del '14', osó realizar un experimento que derivó en uno de los peores partidos del Real Madrid, que, a la postre, terminó con el sueño de la final del Bernabéu.
La sexta lesión del futbolista esta temporada sitúa a Pellegrini y al madridismo ante un riesgo muy serio: ganar con Guti es hacerlo con una filosofía concreta, con una apuesta estética y artística irrenunciable por agradable; intentar ganar sin él empuja al equipo a la heroica, al fútbol directo y vertical que olvida la creación y prescinde del talento en el medio campo. Si las lesiones siguen incordiando a Guti lo que resta de temporada el Madrid perderá el poco estilo que tiene y se encomendará, de nuevo, a la garra, al gobierno de Cristiano, a la pelea de Higuaín, al pase largo de Xabi y al afecto Raúl, material ¿suficiente? para mantener el tipo ante el Barça. El tiempo nos revelerá la solución, pero las leyes de la física no engañan y el cuerpo de Guti, camino ya de los 34 años, ha dicho basta. A partir de aquí, todo mimo será poco.
Con el Getafe en chiqueros, el Atlético de Madrid en los corrales y el Barcelona, el del gran Messi, en el horizonte, Pellegrini vuelve a perder a una de sus piezas fundamentales en otro de los considerados momentos clave de la temporada.
Ahora el mal se llama contractura en el cuádriceps de la pierna izquierda. El parte médico del club no sólo pone en duda la presencia de Guti en el Alfonso Pérez, sino que revela los síntomas traumáticos que padecen los músculos del '14', cuyo cuerpo parece languidecer sin remisión justo cuando más mimos recibe de forma unánime desde el club, la afición y el entorno.
La temporada que nacía al amparo de la inversión millonaria no hacía prever que Guti fuera un jugador relevante para el nuevo Real Madrid. Nada más ajeno a la realidad. Las circunstancias se han revelado contumaces contra el talonario, y en un contexto negativo -agraviado por la depresión de Kaká- las esencias futbolísticas de Guti se han convertido en una necesidad irrenunciable para la única aspiración capaz de contener los hoy temblorosos pilares del proyecto Florentino. Ganar la Liga es el objetivo, y para conquistarla el regalo de su fútbol parece innegociable.
Por desgracia para este juego, pero sobre todo para el madridismo, la eterna juventud de Guti empieza a dar serios síntomas de caducidad, y sus continúas lesiones no hacen sino avanzarnos un ocaso deportivo obligado por defunción física, que no futbolística.
Los problemas afloraron ya al inicio de la temporada. El 13 de octubre sufría un esguince leve en el ligamento lateral interno del tobillo izquierdo; se perdió 1 partido de Liga y otro de Champions.
Su reaparición coincide con el alcorconazo. Guti es señalado con el dedo acusador por la primera gran decepción de la temporada y se pierde la vuelta de la Copa, 2 partidos de Liga y uno más en Europa. Estamos ante una lesión psicológica que también pesa lo suyo.
La segunda lesión apareció apenas un mes más tarde: 19 de noviembre de 2009. Contusión con hematoma en el músculo cuádriceps izquierdo. Esta vez era algo más que una advertencia: Guti será baja durante dos meses, en los que se pierde 6 partidos de Liga y dos de Champions.
Tras un largo proceso de recuperación el futbolista se reincorpora al primer equipo el 17 de enero del nuevo año, pero no transcurren ni dos semanas hasta que su cuerpo vuelve a lanzar otra alerta: el 5 de febrero se queja de unas molestias en el abdomen que no le impiden jugar, pero una semana después, el 12 de febrero, su tobillo derecho se resiente. El diagnóstico, esguince leve en el ligamento lateral externo que le impide viajar a Jerez.
En este momento el físico de Guti parece entrar en convulsión permanente, y el 14 de febrero se le diagnóstica una pubalgia con elongación del músculo oblicuo del abdomen. Las consecuencias, a la larga, fueron apocalípticas: Guti se perdió el trascendental duelo ante el Olympique en Lyon, donde Pellegrini, en ausencia del '14', osó realizar un experimento que derivó en uno de los peores partidos del Real Madrid, que, a la postre, terminó con el sueño de la final del Bernabéu.
La sexta lesión del futbolista esta temporada sitúa a Pellegrini y al madridismo ante un riesgo muy serio: ganar con Guti es hacerlo con una filosofía concreta, con una apuesta estética y artística irrenunciable por agradable; intentar ganar sin él empuja al equipo a la heroica, al fútbol directo y vertical que olvida la creación y prescinde del talento en el medio campo. Si las lesiones siguen incordiando a Guti lo que resta de temporada el Madrid perderá el poco estilo que tiene y se encomendará, de nuevo, a la garra, al gobierno de Cristiano, a la pelea de Higuaín, al pase largo de Xabi y al afecto Raúl, material ¿suficiente? para mantener el tipo ante el Barça. El tiempo nos revelerá la solución, pero las leyes de la física no engañan y el cuerpo de Guti, camino ya de los 34 años, ha dicho basta. A partir de aquí, todo mimo será poco.